En general, no solemos frecuentar la consulta del psicólogo, y cuando lo hacemos, es que ya no podemos más con un cuadro de sufrimiento en el que se hemos perdido el control de las emociones, e incluso de la vida cotidiana, tanto en el ámbito social, familiar o laboral. Sin embargo, hay una serie de síntomas o situaciones que deben inducirnos a a buscar el apoyo de un psicólogo:
-
Tenemos problemas para conciliar el sueño y descansar, generalmente porque no se puede desconectar de los problemas que uno tiene.
-
Nos sentimos agresivos, irritables, con cambios de humor incontrolables, y que pueden llevar a generar situaciones límite.
-
No podemos controlan las emociones, lloramos con facilidad y afloran, sin poder evitarlo, la rabia, la tristeza, la angustia, la impotencia, etc.
-
Sufrimos problemas físicos como consecuencia de la somatización de los problemas, que no tienen justificación médica: dolores en diferentes partes del cuerpo, presión en el pecho, aumento de la frecuencia cardiaca, hiperventilación o respiración muy superficial y acelerada, sudoración, etc.
-
Sentimos incapacidad para resolver situaciones graves que puedan sproducirse en el ámbito familiar, laboral o social.
-
Se siente que no se es capaz de analizar las cosas con objetividad y actuar con inteligencia, y tenemos grandes dificultades a la hora de tomar decisiones.
-
Tenemos pensamientos negativos, catastrofistas u obsesivos o fijaciones que nos condicionan en nuestra vida cotidiana.
-
Hemos sentido deseo de morir o sensación de que nuestra vida ya no tiene sentido.
-
Hemos sufrido el fallecimiento de un familiar o una persona muy cercana y no nos vemos capaces de asumir su ausencia.
-
Pensamos que todo el mundo está en nuestra contra.